domingo, 24 de abril de 2011

"El diablo vive en el Vaticano" (declaraciones del Padre Amorth, exorcista del Vaticano)


No es la primera vez que el Padre Amorth alerta sobre la presencia del diablo en el Vaticano (tecleen su nombre en "google" y ya verán), algo que él conoce muy bien por ser el exorcista oficial de la Iglesia en Roma, pero su insistencia resulta alarmante. Él (que no es miembro de la HSSPX, ¡¡¡que conste!!!) acusa a muchos cardenales y obispos de estar al servicio del Maligno y ya hace años criticó el cambio del ritual del exorcismo, afirmando que el viejo ritual sí estaba pensado para vencer al demonio, pero que con el nuevo no se podía luchar contra él con la misma eficacia. ¿Por qué lo tuvieron que cambiar? Él no encuentra una explicación razonable, salvo que se quiera debilitar la lucha contra el diablo, claro...

En sus últimas declaraciones a los medios de comunicación (entrevista de hace unos días en "Pontifex" aquí) llega a afirmar:

"El diablo vive en el Vaticano. Tengo confidencias de personas que lo confirman. Naturalmente es difícil encontrar las pruebas. Y, de todos modos, se ven las consecuencias. Cardenales que no creen en Jesús, Obispos unidos al demonio. Cuando se habla de "humo de Satanás" en las Sacras estancias todo es verdad".

Y eso por no hablar de la reciente reconsagración de la capilla paulina de San Pedro a causa de una supuesta Misa Negra celebrada en ella hace años por ciertos cardenales y obispos... ¡¡¡Y algunos dicen que en la Iglesia todo va bien!!!

Un nuevo sacerdote se une a la HSSPX en España


Hacía ya tiempo que el P. Isaguirre -sacerdote diocesano de Barcelona- colaboraba con la Hermandad Sacerdotal San Pio X (como algunos otros sacerdotes diocesanos), pero no fue hasta el pasado 8 de diciembre de 2010 cuando ingresó oficialmente en ella. Yo, que tuve el privilegio de asistir a dicho evento en la Capilla Santiago Apóstol de Madrid, he de reconocer que sentí una gran emoción ese día.

La lucha de la HSSPX -que fundara Ms. Lefebvre hace 40 años- por la restauración católica tradicional en la Iglesia es dura, difícil, jalonada de incomprensiones (¡qué le vamos a decir al P. Isaguirre que no sepa ya!), pero no me cabe la menor duda de que de una heroicidad que Dios sabrá premiar. ¡¡¡Qué drama el de tantos sacerdotes a los que no dejan en sus diócesis ser verdaderos sacerdotes católicos!!! ¡¡¡Y cuántos fieles que no pueden asistir a la Misa tradicional, la verdadera Misa católica de siempre!!! Y mientras, ¡¡cuántos herejes manifiestos campan a sus anchas en "perfecta comunión" con Roma!! Paradojas de nuestro tiempo, misterios que sólo Dios conoce.

Aquí reproduzco una carta explicativa del propio P. Isaguirre (publicada en "Tradición Católica" (nº 230), la revista de la HSSPX en España:


CARTA DE INGRESO EN LA HERMANDAD DE SAN PÍO X
por el Padre Ricardo Isaguirre


La Santísima Virgen María, en su condición de Inmaculada, quiso acompañarme siempre desde que comencé a decir Misa; así mi Ordenación sacerdotal, que me parece hoy tan lejana, tuvo lugar en la espléndida Catedral de la capital bonaerense de La Plata, República Argentina, cuya titular es la Inmaculada Concepción. Esta presencia maternal llegó, por la Providencia de Dios, hasta el día de mi compromiso con la Hermandad Sacerdotal de San Pío X, formalizado en el marco de la sagrada acción eucarística el pasado 8 de diciembre. ¡Gracias a ti, Madre mía Inmaculada, Virgencita de Luján y Patrona de España!


Por mí condición de antiguo sacerdote diocesano conservo amistad con muchos de mis colegas, tanto en mi América natal como en mi España adoptiva. Algunos de esos compañero me han preguntado por las razones de mi resolución, tan grave y definitiva. Porque desde el punto de vista del clero oficial, que ellos aún comparten, se trataría –cuando menos- de un “cisma” personal. Un párroco de Barcelona, que me conoce mucho y según me consta me estima, se lamentaba en una carta reciente de que él y yo “ya no estemos en comunión plena”.


No soy quien para analizar aquí tales posturas, pero de mí mismo afirmo que ni sostengo ni participo de ninguna manera en ningún género de pensamiento “cismático”. Otro sacerdote inquiría alarmado: “¿Te readoctrinarán en Suiza?” Los miembros de la Hermandad con quien trato, obispos y sacerdotes, son empero, sencillamente, católicos romanos en su acción y en sus ideas. Lo que vivo en la casa a la que ahora pertenezco es espíritu sacerdotal católico alentado por la caridad fraterna, la esperanza y la fe compartidas. El Santo Sacrificio de la Misa que ofrecemos es aquel que Jesucristo encomendó por los Apóstoles a su Esposa, la Santa Madre Iglesia Católica, y que ella celebró por medio de sus sacerdotes durante dos mil años. Los sermones que escucho de mis cofrades exponen a los fieles la doctrina católica y su moral. En pocas palabras, yo, que era católico romano y que durante décadas, siendo laico primero, seminarista luego y finalmente sacerdote, me sentí en realidad ajeno a la Iglesia conciliar y sólo tolerado en sus filas por motivos prácticos, experimento lo que al convertirse el Cardenal Newman llamó su coming home: aquella tender Light, la “suave luz” a cuya guía se encomendó en sus muchos años de cismático y herético anglicano (de buena fe), misteriosamente –porque así actúa la gracia en quienes a ella con humildad se confían- lo había llevado a la Iglesia de Roma, donde encontró su hogar –para él no siempre confortable por la envidia de los mediocres- y su santificación según la voluntad de Cristo.


En mi caso la participación en la herejía neomodernista fue material, en cuanto ante Dios, con temor y temblor, puedo reconocer en conciencia; a pesar de los esfuerzos al final inútiles de algunos que querían permanecer fieles al Catolicismo sin cuestionar el Concilio Vaticano II pública y firmemente (en primer lugar el llorado Arzobispo platense que me confirió el Orden Sagrado), era el aire envenenado que, proveniente de la Roma actual, se respiraba por fuerza en las diócesis a las que pertenecí o en las que actué, en los movimientos a los que asesoré, en la curia diocesana en la que con denuedo estuve al servicio del Ordinario local. Pero la sensación y mejor aún la convicción certera de haber vuelto a casa es semejante, y aun mayor, porque yo fui criado como católico y John Henry Newman como protestante fervoroso. Por eso él, erudito historiador de la Iglesia antigua, aseguraba haber descubierto, deslumbrado por la verdad, en cierto punto final de sus estudios sobre la herejía arriana que la Iglesia de Inglaterra del siglo XIX estaba en el lugar del heresiarca Arrio y que la Iglesia de Roma (¡ah! La Roma de sus años) permanecía en el mismo lugar que la de los Papas y obispos que en el siglo IV confesaban la verdadera fe apostólica. Conocemos la heroica decisión de Newman.


Pero yo no soy más que un desconocido sacerdote que, ya hombre maduro, quiere servir a Cristo y su Santa Iglesia, sin separarse de ninguno que profese la Fe cristiana tradicional, aquella que todos los católicos sostuvieron siempre en todo lugar. Cuando era no más un muchacho, recuerdo con afecto que, especulando despreocupadamente acerca de nuestro futuro, una compañera de estudio decía de mí: “Sólo le interesa la Iglesia” ¿Podía haber actuado de otra manera ante la evidencia de la Tradición vivida, conocida, cultivada y encarnada en esta “obra de la Iglesia” que hace cuarenta años fundó el venerado Arzobispo Marcel Lefebvre a fin de que no faltaran nunca a la iglesia el Santo Sacrificio de la Misa y los sacerdotes que sepan ofrecerlo según el rito romano sancionado por San Pío V como síntesis admirable e insuperable de la Santa Doctrina de Cristo expuesta por los Padres de la Iglesia y los Sagrados Concilios del pasado?


Un rector de mi Seminario modernista enseñaba que es ilusión comprensible en el seminarista soñar con el día que presidirá la Eucaristía en medio de los pobres: “Desde ese rol de pastor los animará, los promoverá, ofrecerá a Dios el cordero de sus sufrimientos y el vino de sus alegrías”, etc. La religión del hombre enseñada a los jóvenes del Concilio… yo comprendía la inconsecuencia e incluso la criminal superficialidad de la formación allí impartida, la falsedad de una Iglesia convertida en promotora social y el sacrilegio de sus sacerdotes revestidos de animadores comunitarios. Sufría porque cada Misa moderna que decían era una Misa que des-decían, un tributo ofrecido no al Creador y Redentor, sino a la criatura. La Misa que hizo a la Iglesia y a la Civilización cristiana estaba interdicta para nosotros y, en todo caso, era una pieza de museo indeseable en el mundo de hoy y en la supuesta Iglesia aggiornata.


La bondad de Cristo ha querido librar de esa ideología perniciosa y de sus consecuencias a nuestra Hermandad, cuyo fin primero es el bien integral de los sacerdotes, a los que socorre y apoya, como lo hizo Monseñor Lefebvre en persona, para que no desfallezcan perdiendo su identidad frente al embate criminal del posconciliarismo. En su tenaz resistencia se manifiesta la fuerza del Salvador; por esa gracia en nuestros a veces humildes altares arde sin embargo constante la zarza gloriosa que no se consume y el sacerdocio alcanza su máxima grandeza de alabanza, intercesión y propiciación, aunque esté oculto y sea perseguido. ¿No es también propio del sacerdote católico compartir el oprobio que cayó sobre Cristo clavado en la Cruz por el pecado del mundo?


Recuerdo para terminar la preocupación de lo que para algunos amigos de antaño ha sido mi adopción del “integrismo fundamentalista de la extrema derecha católica”. Si la expresión no fuera tan poco exacta para describir a los seguidores y continuadores de Monseñor Lefebvre, ¡qué gran cumplido se nos estaría dedicando! Conservamos íntegros los fundamentos que no pusimos nosotros, sino Jesucristo y sus Apóstoles por mandato suyo. Renegamos con todas nuestras fuerzas de la Revolución contra el trono del Altísimo; ¿no es ella acaso la que, con las armas de la Filosofía de las Luces y los oscuros manejos históricos de masones y judíos, aliada a la izquierda internacional de la política y la cultura ateas, sumado el impulso del orgullo liberal, desata cada día su guerra para derrocar a Dios y su Reino en el mundo y en las almas, que es la Iglesia católica romana? Esperamos por la bondad de nuestro Rey y Señor, al que servimos como apóstoles de Jesús y de María, ser llamados un día a su derecha, cuando triunfe sobre todas las herejías el Corazón Inmaculado de su Madre y Madre nuestra. ¡Oh Señora del cielo y de la tierra, sólo te ruego que inspires a muchos sacerdotes determinarse a hacer en este tiempo lo que corresponde a nuestra condición de ministros de tu Hijo para que su Sagrado Corazón venza, reine e impere en todas partes sobre los hombres, los pueblos y las naciones!

miércoles, 20 de abril de 2011

Así nos manipula el Sistema


No comparto la ideología anarquista de Noam Chomsky, pero no se puede negar que dice muchas verdades. Yo tengo en mi biblioteca sólo seis libros suyos, y creo que aunque muchas veces sus críticas y análisis no son suficientemente profundos, en lo referente a la manipulación y control social del Sistema sí que se muestra muy riguroso.


Aquí resume perfectamente las principales técnicas de manipulación social que utiliza el Sistema valiéndose de una de sus principales armas: los medios de comunicación (i.e. manipulación) social.


El artículo es éste:

10 estrategias de manipulación a través de los medios

(Noam Chomsky, "Visiones Alternativas")

1. La estrategia de la distracción El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. ¡Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.