sábado, 16 de mayo de 2015

José Antonio no era Primo de ese Rivera que preside Ciudadanos



En Ciudadanos andan estos días de "purgas de falangistas". Primero fue en Getafe, luego apareció el caso de Valdemoro, después vinieron los de Gijón, Totana, Murcia... Cada caso es distinto, desde los que fueron falangistas y ya no lo son, hasta los que están en Ciudadanos sin renegar de sus ideas falangistas (lo cual me parece incomprensible, salvo que no se haya comprendido o lo que es la Falange o lo que es Ciudadanos -o ninguna de las dos cosas, que también puede ser-). 


Yo reconozco el derecho de toda persona a cambiar de ideas, por supuesto (¡faltaría más!), como es al parecer el caso de Manuel Javier Chacón (de Murcia), quien reclama su derecho a cambiar de ideas sin por ello faltar al respeto a los que fueron años atrás sus camaradas. Es una pena, pero nada hay indigno en ello y sus palabras de justificación hasta ahora han sido respetuosas y correctas.

Cambiar de bandera sin cambiar de ideas (como en los casos de Totana o Gijón), en cambio me parece incomprensible. Y en cuanto a renegar del pasado justificándose diciendo cosas como que "no sabía lo que hacía" o que "me amenazaron" (como en el caso de Valdemoro, cuando todos hemos tenido que soportar durante años las "lecciones de falangismo autenticista" que Jesús Paniagua, "Txuspan", se empeñaba en darnos, y ¡ahora se hace la víctima!), pues qué quieren que les diga... ¡vergonzoso y miserable! 

Desde el principio de la civilización se ha dicho, con razón, que "Roma no paga traidores", y es un ingenuo quien piense que se le va a perdonar su pasado falangista a base de genuflexiones. Quien ha sido falangista siempre va a ser señalado por el Sistema poco menos que como si fuera un criminal sin derecho a la reinserción. SIEMPRE. Hasta el día de su muerte. O uno lo asume como un honor, o agacha la cabeza y deja de mirar a los ojos a sus antiguos camaradas por vergüenza. No hay otra posibilidad.

Confieso que no puedo entender qué han podido ver estos antiguos falangistas en Ciudadanos, un partido que defiende el modelo político decadente de la Constitución de 1978 y cuya doctrina laboral (basada en esa aberración del "contrato único") está en las antípodas del Nacionalsindicalismo, cuya idea central es justamente la contraria: la esencialidad de la relación de trabajo como elemento nuclear de su naturaleza, y nunca el contrato de trabajo, que es sólo un papel, un elemento formal que sólo ensalzan por encima de la verdadera relación de trabajo los liberales. Evidentemente, como decía antes, quienes no ven diferencias sustanciales es o porque no saben lo que es la Falange, o porque no saben lo que es Ciudadanos, o porque no saben ninguna de las dos cosas...

¡Ah!, por cierto, y para evitar equívocos: el fundador de la Falange, José Antonio, no era Primo de ese Rivera que preside Ciudadanos.

Mi candidatura a la Presidencia de la Comunidad de Madrid


jueves, 23 de abril de 2015

Por qué rechazo la propuesta de "Contrato Laboral Único"


Rescato este comunicado de UNT que refleja a la perfección lo que opino de la propuesta ahora tan defendida por algunos del "Contrato Laboral Único":

UNT contra la propuesta de “Contrato Laboral Único”


Desde el sindicato Unión Nacional de Trabajadores (UNT) rechazamos frontalmente la reciente propuesta realizada por el partido "Ciudadanos" de implantar el “Contrato Laboral Único”. Ya en su día UNT, ante una propuesta similar primero de UPyD y luego de la UE, rebatió con sólidos argumentos su supuesta conveniencia en base a las razones siguientes: supone pasar de la flexibilidad a la rigidez de la contratación, acabar con el principio de causalidad del contrato, cercenar el principio de relación de trabajo y eliminar la contratación en fraude de ley no combatiéndola, sino legalizándola. Una barbaridad absolutamente inaceptable para UNT y que sólo perjudicará a los trabajadores.


La propuesta dice buscar la simplificación de los actuales modelos de contratación, tendiendo al modelo de “Contrato Laboral Único”, sosteniendo que la idea es fomentar un contrato de tipo estable como norma. Desde UNT denunciamos que esa argumentación es una estafa, pues por un lado contradice la criticada supuesta “rigidez” del modelo de contratación (¿es menos rígido tener que optar entre 1, 3 ó 4 tipos de contrato que por la amplia gama actual que prevé todas las posibilidades?), y por otro supondrá una sustancial rebaja de las ya escasas garantías que acompañan a los actuales contratos indefinidos (menos indemnización por despido, más facilidades de rescisión, etc.). Y es que no hace falta ser especialmente perspicaz para darse cuenta de que cualquier igualación de condiciones será siempre a la baja: menos protección y garantías, y más precarización general.

Pero además hay un problema de fondo que conviene denunciar: la multiplicidad actual de tipos de contrato laboral se debe al mantenimiento en nuestro sistema laboral de uno de los principios que al mismo aportó el Nacionalsindicalismo, que es el principio de relación de trabajo y el consecuente de causalidad del contrato (la esencia del contrato debe residir en la verdadera relación de trabajo existente, independientemente de lo que formalmente diga el contrato escrito o verbal). Ello supone que, según sea la situación laboral real, así debe ser el contrato: temporal, fijo discontinuo, indefinido, de interinidad, de formación, etc. ¿Pretenden acabar con el principio de relación de trabajo y de causalidad del contrato? Eso (en lo que han ido caminando poco a poco las distintas reformas laborales del PSOE y del PP) supondría dar primacía a la letra del contrato sobre a la verdadera relación laboral subyacente (algo que los liberales llevan años reclamando en nombre de la “libertad de las partes para contratar lo que estimen oportuno”, olvidando que el empresario y el trabajador no están en igualdad de condiciones negociadoras, y el más fuerte en la negociación siempre impone sus condiciones, no quedando más remedio que aceptarlas si se quiere trabajar), y por ende se terminaría por desterrar de nuestro sistema legal las denuncias de fraudes de ley (es decir, que ya no se podría alegar que el contrato formal no es acorde con la verdadera relación laboral, lo que dejaría vía libre al abuso), pero no por la vía legítima de la persecución del fraude, sino mediante su legalización.

Esta propuesta aparentemente inocua es, por lo tanto, tremendamente peligrosa si se lleva hasta sus últimas consecuencias, y por ello UNT alerta del peligro que supondría su implantación y manifiesta que siempre se opondrá a semejante atropello.


En Madrid, a 18 de febrero de 2015.